martes, 26 de abril de 2016

TEXTO 6

LA NOCHE BOCA ARRIBA
Julio Cortázar

Y salían en ciertas épocas a cazar enemigos;
 le llamaban la guerra florida.

A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.

Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pie y con la mano, desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe.

Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla y cuando lo alzaron gritó, porque no podía soportar la presión en el brazo derecho. Voces que no parecían pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de dominar la náusea que le ganaba la garganta. Mientras lo llevaban boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en la piernas. "Usté la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de costado..."; Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien, y alguien con guardapolvo dándole de beber un trago que lo alivió en la penumbra de una pequeña farmacia de barrio.

La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto. Con toda lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock terrible, dio sus señas al policía que lo acompañaba. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más. El vigilante le dijo que la motocicleta no parecía muy estropeada. "Natural", dijo él. "Como que me la ligué encima..." Los dos rieron y el vigilante le dio la mano al llegar al hospital y le deseó buena suerte. Ya la náusea volvía poco a poco; mientras lo llevaban en una camilla de ruedas hasta un pabellón del fondo, pasando bajo árboles llenos de pájaros, cerró los ojos y deseó estar dormido o cloroformado. Pero lo tuvieron largo rato en una pieza con olor a hospital, llenando una ficha, quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y dura. Le movían cuidadosamente el brazo, sin que le doliera. Las enfermeras bromeaban todo el tiempo, y si no hubiera sido por las contracciones del estómago se habría sentido muy bien, casi contento.

Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado, se le acercó y se puso a mirar la radiografía. Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás.

Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huir de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas, conocían.

Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del sueño algo se revelara contra eso que no era habitual, que hasta entonces no había participado del juego. "Huele a guerra", pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su ceñidor de lana tejida. Un sonido inesperado lo hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no era extraño, en sus sueños abundaba el miedo. Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la noche sin estrellas. Muy lejos, probablemente del otro lado del gran lago, debían estar ardiendo fuegos de vivac; un resplandor rojizo teñía esa parte del cielo. El sonido no se repitió. Había sido como una rama quebrada. Tal vez un animal que escapaba como él del olor a guerra. Se enderezó despacio, venteando. No se oía nada, pero el miedo seguía allí como el olor, ese incienso dulzón de la guerra florida. Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas. A tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, dio algunos pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado. En el sendero en tinieblas, buscó el rumbo. Entonces sintió una bocanada del olor que más temía, y saltó desesperado hacia adelante.

-Se va a caer de la cama -dijo el enfermo de la cama de al lado-. No brinque tanto, amigazo.
Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala. Mientras trataba de sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la última visión de la pesadilla. El brazo, enyesado, colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche. La fiebre lo iba ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero saboreaba el placer de quedarse despierto, entornados los ojos, escuchando el diálogo de los otros enfermos, respondiendo de cuando en cuando a alguna pregunta. Vio llegar un carrito blanco que pusieron al lado de su cama, una enfermera rubia le frotó con alcohol la cara anterior del muslo, y le clavó una gruesa aguja conectada con un tubo que subía hasta un frasco lleno de líquido opalino. Un médico joven vino con un aparato de metal y cuero que le ajustó al brazo sano para verificar alguna cosa. Caía la noche, y la fiebre lo iba arrastrando blandamente a un estado donde las cosas tenían un relieve como de gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente repugnantes; como estar viendo una película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es peor; y quedarse.

Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un trozito de pan, más precioso que todo un banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía nada y solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a veces una punzada caliente y rápida. Cuando los ventanales de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no iba a ser difícil dormirse. Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua por los labios resecos y calientes sintió el sabor del caldo, y suspiró de felicidad, abandonándose.

Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante embotadas o confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado de copas de árboles era menos negro que el resto. "La calzada", pensó. "Me salí de la calzada." Sus pies se hundían en un colchón de hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que las ramas de los arbustos le azotaran el torso y las piernas. Jadeante, sabiéndose acorralado a pesar de la oscuridad y el silencio, se agachó para escuchar. Tal vez la calzada estaba cerca, con la primera luz del día iba a verla otra vez. Nada podía ayudarlo ahora a encontrarla. La mano que sin saberlo él aferraba el mango del puñal, subió como un escorpión de los pantanos hasta su cuello, donde colgaba el amuleto protector. Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del maíz que trae las lunas felices, y la súplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los bienes motecas. Pero sentía al mismo tiempo que los tobillos se le estaban hundiendo despacio en el barro, y la espera en la oscuridad del chaparral desconocido se le hacía insoportable. La guerra florida había empezado con la luna y llevaba ya tres días y tres noches. Si conseguía refugiarse en lo profundo de la selva, abandonando la calzada más allá de la región de las ciénagas, quizá los guerreros no le siguieran el rastro. Pensó en la cantidad de prisioneros que ya habrían hecho. Pero la cantidad no contaba, sino el tiempo sagrado. La caza continuaría hasta que los sacerdotes dieran la señal del regreso. Todo tenía su número y su fin, y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los cazadores.

Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como si el cielo se incendiara en el horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca. El olor a guerra era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho. Ya lo rodeaban las luces y los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás.
-Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme bien.

Al lado de la noche de donde volvía, la penumbra tibia de la sala le pareció deliciosa. Una lámpara violeta velaba en lo alto de la pared del fondo como un ojo protector. Se oía toser, respirar fuerte, a veces un diálogo en voz baja. Todo era grato y seguro, sin acoso, sin... Pero no quería seguir pensando en la pesadilla. Había tantas cosas en qué entretenerse. Se puso a mirar el yeso del brazo, las poleas que tan cómodamente se lo sostenían en el aire. Le habían puesto una botella de agua mineral en la mesa de noche. Bebió del gollete, golosamente. Distinguía ahora las formas de la sala, las treinta camas, los armarios con vitrinas. Ya no debía tener tanta fiebre, sentía fresca la cara. La ceja le dolía apenas, como un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto. ¿Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? Trataba de fijar el momento del accidente, y le dio rabia advertir que había ahí como un hueco, un vacío que no alcanzaba a rellenar. Entre el choque y el momento en que lo habían levantado del suelo, un desmayo o lo que fuera no le dejaba ver nada. Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco, esa nada, había durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera pasado a través de algo o recorrido distancias inmensas. El choque, el golpe brutal contra el pavimento. De todas maneras al salir del pozo negro había sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo. Con el dolor del brazo roto, la sangre de la ceja partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro. Le preguntaría alguna vez al médico de la oficina. Ahora volvía a ganarlo el sueño, a tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era tan blanda, y en su garganta afiebrada la frescura del agua mineral. Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas pesadillas. La luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco.

Como dormía de espaldas, no lo sorprendió la posición en que volvía a reconocerse, pero en cambio el olor a humedad, a piedra rezumante de filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó a comprender. Inútil abrir los ojos y mirar en todas direcciones; lo envolvía una oscuridad absoluta. Quiso enderezarse y sintió las sogas en las muñecas y los tobillos. Estaba estaqueado en el piso, en un suelo de lajas helado y húmedo. El frío le ganaba la espalda desnuda, las piernas. Con el mentón buscó torpemente el contacto con su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba perdido, ninguna plegaria podía salvarlo del final. Lejanamente, como filtrándose entre las piedras del calabozo, oyó los atabales de la fiesta. Lo habían traído al teocalli, estaba en las mazmorras del templo a la espera de su turno.

Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes. Otro grito, acabando en un quejido. Era él que gritaba en las tinieblas, gritaba porque estaba vivo, todo su cuerpo se defendía con el grito de lo que iba a venir, del final inevitable. Pensó en sus compañeros que llenarían otras mazmorras, y en los que ascendían ya los peldaños del sacrificio. Gritó de nuevo sofocadamente, casi no podía abrir la boca, tenía las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y se abrieran lentamente, con un esfuerzo interminable. El chirriar de los cerrojos lo sacudió como un látigo. Convulso, retorciéndose, luchó por zafarse de las cuerdas que se le hundían en la carne. Su brazo derecho, el más fuerte, tiraba hasta que el dolor se hizo intolerable y hubo que ceder. Vio abrirse la doble puerta, y el olor de las antorchas le llegó antes que la luz. Apenas ceñidos con el taparrabos de la ceremonia, los acólitos de los sacerdotes se le acercaron mirándolo con desprecio. Las luces se reflejaban en los torsos sudados, en el pelo negro lleno de plumas. Cedieron las sogas, y en su lugar lo aferraron manos calientes, duras como el bronce; se sintió alzado, siempre boca arriba, tironeado por los cuatro acólitos que lo llevaban por el pasadizo. Los portadores de antorchas iban adelante, alumbrando vagamente el corredor de paredes mojadas y techo tan bajo que los acólitos debían agachar la cabeza. Ahora lo llevaban, lo llevaban, era el final. Boca arriba, a un metro del techo de roca viva que por momentos se iluminaba con un reflejo de antorcha. Cuando en vez del techo nacieran las estrellas y se alzara ante él la escalinata incendiada de gritos y danzas, sería el fin. El pasadizo no acababa nunca, pero ya iba a acabar, de repente olería el aire libre lleno de estrellas, pero todavía no, andaban llevándolo sin fin en la penumbra roja, tironeándolo brutalmente, y él no quería, pero cómo impedirlo si le habían arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el centro de la vida.

Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo rodeaba. Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían callados. En la mesa de noche, la botella de agua tenía algo de burbuja, de imagen traslúcida contra la sombra azulada de los ventanales. Jadeó buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían pegadas a sus párpados. Cada vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y se enderezaba aterrado pero gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia lo protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen sueño profundo que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada... Le costaba mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que él. Hizo un último esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la botella de agua; no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron en un vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía interminable, roca tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba gimió apagadamente porque el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como una boca de sombra, y los acólitos se enderezaban y de la altura una luna menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla, desesperadamente se cerraban y abrían buscando pasar al otro lado, descubrir de nuevo el cielo raso protector de la sala. Y cada vez que se abrían era la noche y la luna mientras lo subían por la escalinata, ahora con la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto estaban las hogueras, las rojas columnas de rojo perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies del sacrificado, que arrastraban para tirarlo rodando por las escalinatas del norte. Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar. Durante un segundo creyó que lo lograría, porque estaba otra vez inmóvil en la cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.


Cortázar, J. (2003). Final del Juego. Buenos Aires: Alfaguara.

53 comentarios:

  1. Me encantó,no sabría dar razones clara pero creo que este ha sido mi fvorito de todos los cuentos que he leído durante esta antología.
    Andrés Castelli 8°A

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Opino lo mismo que castelli, fue uno de mis favorito,s me gusto bastante este texto,, aunque fue largo me parecio muy bueno, interesante sobre todo el final. Es un texto en donde ocurren hechos inesperados y eso lo vuelve muchomas interesante. dejando de lado el inicio que me aburri un poco, me gusto mucho.
      Josefa Diaz
      8°A

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Me pareció muy interesante, me gustó la mezcla de dos mundos y la relación con lo que le estaba pasando al personaje. Hubo partes en las que tenía que volver a leer, porque eran un tanto complejas, pero en general estuvo bien. “Como si el cielo se incendiara en el horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca.” “-Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-.” Me gustó lo sucede entre esas frase, la relación entre ellas, ya que él soñaba con lo que sentía y con lo que le pasaba a su cuerpo, y eso me gustó, le daba sentido a todo.


    Isidora Trejo 8ºA

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy de acuerdo contigo Isi, a mi también me gusto la mezcla de los dos mundos y como todo se relacionaba con lo que le pasaba al personaje, una frase que a mi me gusto fue "ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro" por que es ahí donde se relacionan estos mundo y todo tiene sentido.
      Paula Ochoa 8°B

      Eliminar
  4. Muy bueno, intriga, acción, realidades diferentes, miedo y persecución, todo esto bien aplicado dentro de este texto, si puedes entenderlo, vas a poder disfrutarlo.
    "Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa (...). En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras."

    Mario Benavente, 8°B

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy de acuerdo contigo Mario que este texto fue de muchas intrigas y diferentes realidades, me llamó la atención también que haya sobrevivido a el inpacto de la moto, aunque este impacto era un sueño que. Lo menciona al final cuando dice"alcanzó a cerrar los parpádos aunque ahora sabía que no iba a despertarse que el sueño maravilloso era el otro" me encantó esta temática me parece muy entretenida y me he usado la técnica de ser un lector complíce y he entendido súper bien los textos.

      Ramiro Rosales 8B

      Eliminar
  5. Me gustó mucho el texto y lo queocurría al final fue lo que mas me gustó. Lo que no me gustó fue que al inicio me aburrí.

    Mario Ugarte 8°A

    ResponderEliminar
  6. Me gusto el texto me parecio interesante y entretenido porque pasan hechos que no te imaginas y el final me gusto.
    Maria Ignacia Rojas Serrat 8-A

    ResponderEliminar
  7. Me ha gustado mucho, ha sido interesante tal suceso, el inicio fue algo aburrido, pero definitivamente el desarrollo fue cada vez mas emocionante. No entiendo el por qué, pero esta fue una de mis partes favoritas ¨El olor a guerra era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho. Ya lo rodeaban las luces y los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás.¨
    Victoria Parra 8°A.

    ResponderEliminar
  8. Me gusto bastante, un texto muy entretenido con un final muy bueno
    Felipe Zaror 8ºC

    ResponderEliminar
  9. El texto me parece bastante interesante, a pesar de que es largo me pareció muy bueno, sobre todo el final.
    Me gusta que ocurran cosas inesperadas dentro del texto porque lo hacen más entretenido.
    Fernanda Diaz 8D

    ResponderEliminar
  10. Al igual que Castelli, pienso que fue el texto que más me gustó, además que tenía la complejidad de poder inferir cual de los dos mundos era el real, por lo que a la vez lo hace un texto muy interesante e incluso un poco misterioso.

    Diego Marín 8ºB

    ResponderEliminar
  11. Este texto me pareció muy curioso y me sorprendió mucho el final. Encontré muy curioso que el hombre soñara con olores como cuando dijo "Huele a guerra". El giro inesperado del final me dejo muy sorprendida y algo apenada ya que se puede inferir que el pobre hombre va a morir y el solo soñaba con cosas que nosotros vivimos cotidianamente.
    Ángela Mendoza 8°A

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Opino lo mismo que la Angela ya que nuestra vida diaria que para nosotros es totalmente ordinaria, mientras que para el es lo mejor que le podría pasar, me sorprendió mucho el final cuando dice que el verdadero sueño es el del accidente. Me gustó bastante el texto.
      Maria Paz Uarac 8ºA

      Eliminar
  12. Texto muy divertido, un tanto complejo pero me gusto las relaciones de los relatos con lo que le estaba pasando a el.

    Lucas Valdivieso 8*C

    ResponderEliminar
  13. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  14. El texto me gustó mucho ya que relata los "dos mundos" en el que vive el protagonista, la vida real y su sueño.
    También me pareció interesante que haya soñado con los olores.
    Valentina cardenas 8°C

    ResponderEliminar
  15. Algunas citas como "Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la noche sin estrellas","Huele a guerra", o "Sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros" me hizo darme cuenta de que el texto describe las situaciones que vive, sueña e imagina el protagonista muy detalladamente. El relato es algo perturbador, ya que el protagonista, luego del accidente, sueña con el paso hacia la muerte. En el final no me quedó claro si estaba relatando el final de su muerte o si simplemente estaba soñando.
    Consuelo Maturana 8°C

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo tampoco pude comprender si era su real muerte la que relataba o era su sueño, me confundí mucho por tantas veces que comentaba la palabra sueño, y cuando relataba su muerte parecía ser real.
      Daniela Aravena 8ªD.

      Eliminar
    2. Al igual que tu Consuelo me pude dar cuenta de que explicaba sueños...
      Pero a diferencia tuya encontré interesante que el personaje relatará un sueño del *paso hacia la muerte".
      Encontré el final muy bueno pero medio confuso, tampoco logre saber si estaba soñando o contando su muerte...
      8°C

      Eliminar
  16. Me pareció interesante por que esa mazcla de dos mundos en un texto, nunca habia leido algo parecido al principio me costo entenderlo pero depies cuando iba avanzando hacia el final logre entender mejor
    Javiera Cuellar 8A

    ResponderEliminar
  17. Me gustó mucho el texto y la combinación de dos mundos, lo que sería el sueño y la vida real. "Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás.
    -Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme bien."

    Habían partes que te enredaban, pero lograbas comprenderlas al final.
    Muy buen cuento y lo recomiendo.

    Tomás Góngora 8°B

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy de acuerdo contigo, lo de la combinación de dos mundos me pareció muy interesante, pero algunas veces me perdía por el cambio brusco que de repente había al cambiar de estar "viviendo" el sueño a ir de vuelta a la realidad.
      El final me gustó mucho ya que me pareció algo inesperado que el sueño real era cuando estaba en esa ciudad, eso me tomó por sorpresa. "(...)un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño(...)"
      Me gustó mucho este cuento, fue divertido de leer.
      Catalina Cárcamo 8°B

      Eliminar
  18. Me gusto el texto a pesar de que era largo ,ya que la combinación de la realidad y su sueño es muy interesante , aunque el final me costo un poco entenderlo .
    Vania Capdeville 8°D

    ResponderEliminar
  19. me encanto este texto y me gusto mucho la mezcla de dos mundos, Es un texto muy entretenido
    Emilia Villarroel 8A

    ResponderEliminar
  20. No se porque pero no lo entendí muy bien que digamos pero sin duda alguna creo que fue algo interesante y emocionante
    Martin Callejas 8D

    ResponderEliminar
  21. me pareció interesante y divertido, aunque haya sido muy largo. Me gusta que vayan pasando cosas inesperadas e interesantes en el texto ya que lo hace mas entretenido.
    Macarena Ramírez 8°A

    ResponderEliminar
  22. Me encantó (la verdad nose porque me gustó tanto) simplemente nose explicarlo pero creo que hasta ahora es el mejor de los textos.
    Amparo Ureta 8°A

    ResponderEliminar
  23. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  24. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

      Eliminar
    2. Me gusto bastante este cuento, el final era muy interesante, pero era confuso lo de los dos mundos, creo que este es el mejor de la antología.

      Eliminar
  25. Me gusto mucho y es increíble como la mente te hace creer cosas que no son ciertas
    y además me gusto porque te lleva a un mundo de realidad y fantasía
    Dayanne Hidalgo 8C

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

      Eliminar
    2. Al igual que a ti me gustó mucho el texto, en especial el final; ya que decía que el verdadero sueño era el de la ciudad y eso me sorprendió.
      Ivanka Kalajzic 8°B

      Eliminar
  26. Sinceramente este texto no fue de mis favoritos, lo encontré difícil de comprender y poco interesante en mi opinión.
    Sin embargo se me hace curioso el texto por la extraña relación de sueño-realidad.
    Catalina Jacob 8ºA

    ResponderEliminar
  27. No logre comprenderlo muy bien pero lo que creo que pude entender del texto fue que como que habian dos mundos como el estaba soñando por decirlo de una manera, pero no logre entenderlo mucho

    Martín Sepúlvda 8ºD

    ResponderEliminar
  28. lo que yo entendí es que esta en 2 mundos su sueño y el mundo real
    el accidente era real (" el choque,el golpe brutal contra el pavimento")
    el sueño era como una preparación para su muerte y el amuleto era lo que evitaba eso asta que ya no etaba ("Con el mentón buscó torpemente el contacto con su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba perdido, ninguna plegaria podía salvarlo del final.")

    ResponderEliminar
  29. Este texto me gusto mucho, aunque al principio era lento y no se entendía bien a medida que vas leyendo se va aclarando de a poco.Y te das cuenta que el hombre esta soñando con dos mundos.Te das cuenta que el mundo que imagina cuando sueña es muy distinto en el que vive "Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto".
    Fabiola Romero 8°A

    ResponderEliminar
  30. Me gusto el texto apesar de que sea bastante largo, me gusto la combinación que había entre dos mundo, el sueño y la vida real. Me gusta que en el texto vayan pasando cosas inesperadas porque lo hace mas interesante y entretenido y te dan mas ganas de seguir leyéndolo e imaginarte la historia.
    Valentina Riveros 8°D

    ResponderEliminar
  31. Este texto se me hacia un poco familiar, me costo un poco en poder entenderlo. La historia estaba muy buena me encantan las historias cuando tiene hechos inesperados como cuando dice: "alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras". En general me gusto la actitudes de los personajes de la historia.
    Vicente Cifuentes 8°D

    ResponderEliminar
  32. El texto me gustó más desde la mitad hasta el final, porque al comienzo no lo comprendí muy bien y mientras leía se me ina aclarando la situación. Luego de que lo entendiera lo encontré muy entretenido, y el final me pareció inesperado, bien hecho y muy creativo, además me gustó cuando se muestra de alguna forma un universo paralelo, porque lo normal hubiera sido que el sueño fuera el sacrificio, pero fue todo lo contrario.
    Domingo Andrade Koch8ºA

    ResponderEliminar
  33. Dificil de entender pero fantastico a la vez. Es un texto entretenido en la relacion de dos mundos (el mundo real y el mundo de un sueño) combinados en la misma historia
    8°D

    ResponderEliminar
  34. Dificil de entender pero fantastico a la vez. Es un texto entretenido en la relacion de dos mundos (el mundo real y el mundo de un sueño) combinados en la misma historia
    8°D

    ResponderEliminar
  35. Me gusto mucho el texto, ya que el personaje principal cuenta lo que le pasa o vive dentro de sus sueños,eso si, me costo un poco entenderlo al principio pero siguiendo la lectura se va comprendiendo mejor,también el toque del choque lo encontré "genial" por así decirlo, ya que así le da un toque trágico a la vida del protagonista, lo recomiendo totalmente.

    ResponderEliminar
  36. A mi me gusto este texto, a pesar que el inicio no lo encontre divertido, en el desarrollo se ponia más interesante.El final me sorprendio mucho, ya que me pareció algo inesperado que el sueño real era cuando estaba en esa ciudad.
    Samantha Guzman 8°B

    ResponderEliminar
  37. A mi me gusto el final del texto, ya que el principio era bastante aburrido.

    Diego Runin 8°A

    ResponderEliminar
  38. este texto no lo entendí tanto a pesar de que lo leí varias veces de lo que pude entender es de que soñaba y que para el era lo máximo vivir como nosotros lo hacemos normalmente y el final para mi fue lo mejor y relata al final un sueño de vida a muerte ("Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano.")

    Mila Marinzulich 8C

    ResponderEliminar
  39. Me encantó, me gusta como muestra que los sueños te pueden llevar a realidades muy distintas a la tuya.
    Pero lo que más me gustó fue el final, exactamente cuando dijo:"el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa" ya que me di cuenta de que el verdadero sueño había sido el de la ciudad, esto me sorprendió mucho y, en mi opinión, le dio un "toque" al texto que hizo que me gustara aún más de lo que me estaba gustando.
    Ivanka Kalajzic 8°B

    ResponderEliminar
  40. Me gusto bastante este texto,, aunque fue largo me pareció muy bueno, interesante sobre todo el final. Es un texto en donde ocurren hechos inesperados y eso lo vuelve mucho mas interesante.
    Textos asi da placer leer.

    Martina Chiminelli 8C

    ResponderEliminar
  41. Me gusto la primera parte ya que a mí me an operado muchas veces y describe perfectamente lo que se siente en esos momentos. Otra cosa que me gusto en el final inesperado.


    José Manuel Sanhueza 8B

    ResponderEliminar
  42. En un principio no estaba muy inmerso en la historia pero a medida que avanzaba la historia cada vez me gustaba mas y el final me sorprendió. Muy interesante el texto a pesar de ser largo y tener un inicio un poco agobiador.
    Joaquín Almonacid 8C

    ResponderEliminar